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De lo cotidiano y profundo del presente.

Desde que era niña me encantaban los colibrís, me producían mucha ternura por su tamaño, me parecían frágiles y hermosos, además de fugaces por la velocidad con la que aparecen y desaparecen. Intenté dibujarlos muchas veces sintiendo una inevitable frustración por no alcanzar el brillo de sus plumas y la variedad de sus colores. Ya en la adolescencia leí en algún lugar que ver a un colibrí era de buena suerte y me lo creí. Así que establecí que si uno se atravesaba en mi camino, traería grandes cosas a mi día, me daba ilusión, los buscaba en la calle y entre los árboles, pero a la vez sucedía que si pasaban varios días sin ver alguno, también me sentía desafortunada. ¿Cómo algo que tú sola estableces le puedes dar tanto poder? Así son las creencias.

Hace un año tuve oportunidad de poner un bebedor para colibrís afuera de mi ventana. Hoy, más de cinco diferentes tipos vienen varias veces al día al bebedero. Puedo admirarlos, observarlos, ver sus diferentes colores y tamaños, inclusive percibir cuáles son silenciosos y cuáles son los que llenan el silencio con sus trinos. Entonces, podría decirse que, ahora, ¡todos mis días son de suerte! No precisamente. La anécdota puede ser muy simple y hasta inocente. 

Lo que me parece importante de esta historia, es la analogía con muchas cosas en la  vida que dejamos al azar o a la suerte en lugar de ver de frente qué pasos nos podrían acercan a ello.

El estilo de vida de presencia que me va dejando la práctica de Mindfulness es poder estar más de frente con lo que quiero, y a eso me refiero cuando hablo de la profundidad del momento presente, a que, al observarte desde esa conciencia de quien eres y reconocer qué es lo que en verdad quieres obtienes mucha información y, no solamente a nivel intelectual, sino que te abre nuevos caminos para tomar acción para establecer cómo te quieres sentir con tu vida. ¿Cuántas cosas creemos que ya no necesitamos creer o que nos damos cuenta que no son ciertas? o ¿a cuántas cosas les hemos dado un peso que ya no se necesita más arrastrar?

En este pasado mes de mayo de tanto movimiento, de mudanzas, de cierres, la observación estuvo en acercar pequeñas cosas que me hacen bien, desde la aceptación de mi realidad pude hacer mejoras en general, así como el bebedero de colibrís, integré cosas en mi día a día que me ayudan a acercarme a lo que quiero. Mi intención con este texto, además de confesar mis supersticiones de adolescencia, es dejarte con esta pregunta: ¿Qué acción puedes tomar para acercarte a eso que quieres?

Para cerrar, gracias a ti por leer y gracias a mis aves favoritas por aquella ilusión de fortuna, hoy prefiero quitarles el azar y poder admirarlas todos los días y a todas horas.
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